Alentado por el antisemitismo que
sufrían los judíos en Europa, a comienzos del siglo XX tomó fuerza el
movimiento sionista, que buscaba establecer un Estado para los judíos. La
región de Palestina, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, considerada
sagrada para musulmanes, judíos y católicos, pertenecía por aquellos años al
Imperio Otomano y estaba ocupada mayormente por árabes y otras comunidades
musulmanas. Pero una fuerte inmigración judía, fomentada por las aspiraciones
sionistas, comenzaba a generar resistencia entre las comunidades. Luego de la
Segunda Guerra Mundial y tras el Holocausto, aumentó la presión por establecer
un Estado judío. El plan original contemplaba la partición del territorio
controlado por la potencia europea entre judíos y palestinos.
Tras la fundación de Israel el 14 de
mayo de 1948, la tensión pasó de ser un tema local a un asunto regional. Al día
siguiente, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este territorio. Fue la
primera guerra árabe-israelí, también conocida por los judíos como guerra de la
independencia o de la liberación. Tras el conflicto, el territorio inicialmente
previsto por las Naciones Unidas para un Estado árabe se redujo a la mitad. Para
los palestinos, comenzó la Nakba, la llamada "destrucción" o
"catástrofe": el inicio de la tragedia nacional. 750.000 palestinos
huyeron a países vecinos o fueron expulsados por tropas judías.
Tras la creación del Estado de Israel
y el desplazamiento de miles de personas que perdieron sus hogares, el
movimiento nacionalista palestino comenzó a reagruparse en Cisjordania y Gaza,
controlados respectivamente por Jordania y Egipto, y en los campos de
refugiados creados en otros estados árabes. Poco antes de la guerra de 1967,
organizaciones palestinas como Fatah -liderada por Yasser Arafat- conformaron
la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y lanzaron operaciones
contra Israel primero desde Jordania y luego desde Líbano. Pero estos ataques
incluyeron también atentados contra objetivos israelíes en territorio europeo
que no discriminaron entre aviones, embajadas o atletas.
La demora para el establecimiento de
un Estado palestino independiente, la construcción de asentamientos de colonos
judíos en Cisjordania y la barrera de seguridad en torno a ese territorio
-condenada por la Corte Internacional de Justicia de La Haya- han complicado el
avance de un proceso de paz. Pero éstos no son los únicos obstáculos, tal como
quedó claro en el fracaso de las últimas conversaciones de paz serias entre
ambos grupos que tuvieron lugar en Camp David, Estados Unidos, en el año 2000,
cuando un saliente Bill Clinton no logró un acuerdo entre Arafat y el entonces
primer ministro israelí, Ehud Barak.
Tras el colapso de las conversaciones
de paz auspiciadas por Estados Unidos y el anuncio a comienzos de junio de un
gobierno de unidad entre las facciones palestinas de Fatah y Hamas, considerado
inaceptable por Israel, comenzó una escalada de violencia. El 12 de junio tres
jóvenes israelíes fueron secuestrados en Cisjordania y días después aparecieron
asesinados. Israel culpó a Hamas y arrestó a cientos de miembros del grupo. Esta
semana Israel reconoció que no podía asegurar que el autor haya sido Hamas o
una célula independiente. Tras los arrestos, Hamas lanzó cohetes sobre
territorio israelí e Israel lanzó ataques aéreos sobre Gaza.
El 2 de julio –un día después del
entierro de los israelíes– un palestino de 16 años fue secuestrado en Jerusalén
Oriental y asesinado. Tres israelíes fueron acusados y desde Gaza se incrementó
el lanzamiento de cohetes hacia Israel. El 7 de julio Hamas se atribuyó la
responsabilidad por el lanzamiento de cohetes por primera vez en casi dos años,
tras una serie de ataques aéreos israelíes en los que murieron varios miembros
de su brazo armado.
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